la ubicación del hotel es maravillosa, junto al lado de la playa y al final de matalascañas, por lo que la playa es mucho más tranquila y está muy cerca.
La limpieza del hotel está muy bien, así como la atención del personal. Respecto a esto, solo se les puede achacar que en el restaurante van con prisas, dada la cantidad de clientes que hay y los pocos camareros que tienen.
En cuanto a las instalaciones, se nota que no se ha invertido en remodelar las habitaciones. carecen totalmente de insonorización (se escuchan las habitaciones de los lados). la terraza, a pesar de estar separada, solo está separada por un panel que no va de pared a pared, por lo que se puede ver las terrazas de ambos lados. El mobiliario, aunque cómodo, es anticuado (no quiero decir que este en mal estado, esta todo perfecto).
En cuanto al bufet la verdad es que la comida en general estaba buena, pero había pocas opciones. En el desayuno, además, clama un poco que no haya zumo más que de sobre... como si fuera Tang que tienes que coger en una máquina. Por otro lado, aunque es cierto que se indica en su web, en el bufet no esta incluida la bebida, que por el precio no creo que fuera mucho problema incluir al menos el agua, la cual, por cierto, no ofrecen en jarra como dicta la nueva ley de residuos, solo en botellas…