Si digo que este es uno de los hoteles más encantadores, acogedores y bonitos a los que he ido, no exagero.
El valor de la familia y del orgullo por lo que tienen, lo demuestran cada día con el servicio y el trato de atención al cliente. Las dependencias, tanto habitacionales como el propio restaurante, juegan en consonancia con la tradición típicamente vasca. Mi familia y yo nos hemos sentido como en casa, alrededor de personas que se esfuerzan por hablar tu idioma, en alas de aconsejarte las mejores experiencias que vivir allí y en los alrededores de este lugar mágico. No sé cuándo volveré, pero desde luego Erreguina quedará siempre guardado en mis mejores recuerdos y en los de mi familia.
Merci beaucoup, et à bientôt!